Es sabido que la pandemia nos puso en jaque como sociedad y nos obligó a replantear decenas de prácticas que estaban arraigadas a nuestra cultura para proponer nuevas formas de relacionarnos con absolutamente todo lo que nos rodea.
Sin dudas uno de los aspectos de la vida cotidiana que más cambios sufrió fue el trabajo. La ola de la digitalización nos sorprendió a todos, el trabajo remoto se instaló de golpe y ahora mientras se retira el agua y queda la espuma pocos quieren volver a la antigua normalidad.
El coworking o “trabajo colaborativo” no es una novedad. Esta tendencia nació a principios de siglo y podemos resumirlo como “trabajar entre varias personas”, más allá de si esas personas son o no de la misma empresa. Básicamente es compartir un mismo ámbito e interactuar aunque se realicen distintas actividades. Es una modalidad muy valorada por los jóvenes que al compartir una superficie crean una sinergia que potencia sus profesiones.
Sin embargo, tras este nuevo escenario, la novedad ya no es el trabajo colaborativo en sí mismo sino lo proyectos inmobiliarios que ya están incluyendo espacios de coworking entre sus amenities. Muchos de esos metros cuadrados estaban -meses atrás- destinados a áreas de esparcimiento y salones de usos múltiples; la habilidad de algunos desarrolladores para interpretar las necesidades de la demanda hicieron que ahora esos metros cuadrados se reconviertan por completo en espacios de trabajo (ahí nomás, a metros de tu cama).
En una nota publicada hace poco en Infobae se mencionan y detallan aquellos desarrollos que marcaron el rumbo de esta nueva tendencia. En lo personal no creo que falte mucho tiempo para que estos espacios se vean también en desarrollos más pequeños de pocas unidades, ciudades de 100 mil habitantes o menos no son ajenas a la nueva normalidad y la demanda del público se hará oír muy pronto. ¿Lo proyectamos juntos? 😉