La crisis inmobiliaria que afectó a nuestro país en los últimos años fue una de las más profundas y prolongadas de la historia. Y si bien es difícil predecir con certeza cuándo y cómo se resolverá esta situación, algunas variables parecen mostrar algunas luces para el mercado.
Una de ellas tiene que ver con la disminución de las distorsiones de precios. El sinceramiento de precios logró dinamizar el mercado con tasaciones más precisas y por supuesto, un incremento en las ventas, y es un cambio que vino para quedarse.
Asimismo, los datos del tercer trimestre del 2022 en comparación con el segundo trimestre muestran una recuperación de los precios.Todavía es demasiado temprano para hablar de una recuperación de los precios, pero hay indicios de una ruptura de la tendencia a la baja.
Por otro lado, las expectativas juegan un papel central en la demanda de propiedades. Por eso, muchos predicen un cambio en las expectativas debido a la posibilidad de un cambio de gobierno en 2023.
Sin embargo, estos indicios de recuperación están amenazados por una coyuntura de corto y mediano plazo dada por la escasez de divisas y cepo cambiario, la inflación o la necesidad de una modificación en Ley de alquileres, por mencionar algunas variables.
En este sentido, luego de analizar el sector, podemos decir que hay aspectos positivos y negativos. A largo plazo, hay más elementos positivos, pero a corto plazo, la volatilidad económica y la incertidumbre política siguen afectando las expectativas y, en consecuencia, muchas decisiones de compra son pospuestas.